Si analizamos el crecimiento del uso de las redes sociales en Internert creo que podemos ser optimistas. Ante todo por una razón muy concreta: estamos presenciando un proceso de cambio que nos llevará a la desaparición de la actual disociación entre la identidad digital y la identidad presencial.
Es decir que estamos viendo cómo se desarrolla y se potencia una parte de nuestra identidad, la parte digital. La componente digital de nuestra identidad nos permitirá superar los limites relacionales impuestos por los medios de comunicación de masas : muy pronto seremos todos (o casi) prosumidores, es decir, productores y consumidores de información.
La mayoría de las personas puede seguir viviendo con toda normalidad sin tener que cuidar de su presencia (identidad) digital en las redes sociales, sin embargo es muy probable que en unos años, el concepto de identidad integre inevitablemente tanto la dimensión digital como la física. Como consecuencia, cada persona se verá obligada a cuidar con la misma atención tanto de su identidad presencial como de su identidad digital, algo que muchos jóvenes ya venimos haciendo desde unos años.
Hay que tener en cuenta algunos factores específicos de este nuevo tipo de identidad, entre ellos su peculiar dimensión temporal. El proceso de construcción de la identidad digital a lo largo del tiempo deja huella en la red, una huella visible y accesible por cualquier usuario. El resultado es una identidad que se percibe como suma de la identidad del pasado (la huella) y de la identidad del presente.
Normalmente estamos acostumbrados a controlar nuestra imagen pública enseñando en cada momento sólo lo que queremos. Sin embargo cuando nuestra identidad deja huella en la red, su control ya no es algo en nuestro poder exclusivo sino que está repartido entre mis amigos y mis conocidos (es decir el peer group).
Cada persona que me conoce puede publicar informaciones (fotos, textos, etc…) directa o indirectamente relacionadas con mi identidad sin necesitar mi aprobación. Es lo que pasa en la mayoría de las redes sociales.
Existe una línea de pensamiento que considera la red como un ecosistema en el que reflejamos los rasgos más negativos de nuestra personalidad. Dolors Reig pone en evidencia como este tipo de discurso no tiene en cuenta los usos diferenciales, por parte de adultos y adolescentes: los adultos utilizamos Internet en mayor medida como ámbito de desarrollo profesional y aprendizaje en nuestros ámbitos de interés, mientras que los adolescentes son tal vez más propensos al gregarismo o a la irreflexión.
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